jueves, 7 de junio de 2007

Ciment per Santa Maria

Después de las elecciones, flotan aires de cambio en las islas Baleares... Bueno, no exactamente. Puede que sea así, en las conversaciones entre los políticos y en las esferas intelectualoides o socialoides de la isla. Pero no es así si nos fijamos en la Realidad de las islas. Como muestra, un botón: El pueblo de Santa Maria del Camí.

Basta darse un paseo por este pueblo distante quince quilómetros de la capital Palma para darse cuenta de que la construcción y urbanización sin ningún tipo de criterio, así como el desorden urbanístico y circulatorio, no son una característica exclusiva de cuatro ayuntamientos gobernados por el PP. Se extiende a toda Mallorca, con el beneplácito de nuestro Cemexiano Consell de Mallorca

Este pueblo, en el que habito rodeado por obras como la de la foto -
que podríamos titular: grua en pleno esfuerzo destructor de un huerto urbano - debió experimentar un crecimiento urbanístico importante en su momento, pero la voracidad edificadora que azota el pueblo en estos momentos no tiene parangón con ninguna época histórica.

Nuestra crítica acerca de la construcción no es algo caprichoso. La edificación sin control, sin planificación desde las instituciones locales, permite un crecimiento insostenible e interminable, ya que a más construcción de vivienda, más recursos se necesitan para los nuevos habitantes. Y cuanto más rápido es el crecimiento, más difícil es planificar el futuro de los habitantes de una localidad.

El ayuntamiento, el maravilloso Consell de Mallorca y el Govern - no, no vale escaquearse, aqui todos tienen su parte de responsabilidad, señores! - no sólo permiten la masificación de urbanizaciones-dormitorio, sino que además colaboran en el despropósito, con la prevista futura construcción de una escuela a la entrada del pueblo. Esta mañana, precisamente, cerca de este punto, en la calle principal que da entrada del pueblo, un par de gruas colocadas en medio de la calzada han formado un colosal atasco, forzando a los innumerables vehículos a circular por las calles secundarias del pueblo, calles a su vez salpicadas de solares
pelados en los que ya se empieza a construir alguna nueva edificación.

Evidentemente, no pondremos en tela de juicio la actuación de las instituciones en materia social o de otra índole, ni es nuestro objeto realizar una crítica política: Sólo nos servimos de la realidad del municipio para realizar una afirmación general:
el mallorquin, sea del color que sea, tiende a su enriquecimiento personal en detrimento de sus valores tradicionales, los cuales menosprecia como a un zapato viejo.

(Esta última afirmación no es más que un adelanto de un post acerca de la idiosincrasia del mallorquín, que esperamos ofrecer próximamente)

Por urbanistic speculator

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