Un análisis post-electoral sin ningún tapujo del imprescindible Matias Vallés
Comentario post-lectura del artículo: La alcaldesa en funciones de Palma - y muy posiblemente, la peor de su historia -acaba de dar el visto bueno a la urbanización de Ses Fontanelles, un humedal de la zona del Arenal.
El interés natural de esta zona ha sido repetidamente despreciado por el Govern, ya que parafraseando al coppoliano Jaume Font, noltros no som d'esquerres.
¿Y quién regenta la empresa que va a construir en tan preciada zona? Miquel Ramis (miembro del Govern)
Vergonya, senyors
jueves, 31 de mayo de 2007
30 anys de comèdia
Pasó el 27M. Nos hemos abstenido de publicar nada durante la campaña electoral, debido básicamente a su nulidad conceptual y argumental, a su falta de sustancia, problema más de índole filosófico que de idiosincracia insular.
Resulta curioso que los políticos, en general, asuman que los dias posteriores a la votación se dedican a reflexionar sobre la voluntad de sus electores y eufemismos por el estilo, cuando todos sabemos que se van a dedicar a subastar los cargos en función de un juego de compensación de necesidades que ya experimentaban los invertebrados inferiores de la época anterior a la primera glaciación. Resultaria hasta obscena la evidencia del impúdico repartiment del botín de esta democracia falsa hasta decir basta, si no fuera porque nos hemos acostumbrado a ir al cine a ver Piratas de Caribe XXVII o a considerar inofensivos los instintos enfermizos y faltos de cualquier originalidad de los burdos personajes de Quentin Tarantino - post Pulp Fiction.
A pesar de todo, para un observador atento, resulta regocijante cómo la llamada clase política, difícilmente distinguible por su discurso de otras clases, como la clase farandúlica o las clases de primero de ESO, resulta recocijante diria y hasta ilustrativo y pedagógico comprobar cómo el mecanismo en el que esta clase retoza se va sofisticando a medida que se cumplen decenios desde su emancipación de la dictadura que maniató su devenir hasta los años 70. Uno se pregunta hasta dónde llegará esta comedia, que interpetan todos y cada uno de nuestros ilustres protagonistas con tan poca gracia como los pseudo-actores del youtubero - y casi críptico - "Camera PP" de los simpatizantes genoveses. O hasta dónde llegará a aguantar el estómago del que escribe y de otros que aún pensamos, en contra del sentido común, que la función del político es ineludiblemente, servir a la sociedad, todo lo contrario a lo que sucede en realidad.
Por Urbanistic Speculator
Resulta curioso que los políticos, en general, asuman que los dias posteriores a la votación se dedican a reflexionar sobre la voluntad de sus electores y eufemismos por el estilo, cuando todos sabemos que se van a dedicar a subastar los cargos en función de un juego de compensación de necesidades que ya experimentaban los invertebrados inferiores de la época anterior a la primera glaciación. Resultaria hasta obscena la evidencia del impúdico repartiment del botín de esta democracia falsa hasta decir basta, si no fuera porque nos hemos acostumbrado a ir al cine a ver Piratas de Caribe XXVII o a considerar inofensivos los instintos enfermizos y faltos de cualquier originalidad de los burdos personajes de Quentin Tarantino - post Pulp Fiction.
A pesar de todo, para un observador atento, resulta regocijante cómo la llamada clase política, difícilmente distinguible por su discurso de otras clases, como la clase farandúlica o las clases de primero de ESO, resulta recocijante diria y hasta ilustrativo y pedagógico comprobar cómo el mecanismo en el que esta clase retoza se va sofisticando a medida que se cumplen decenios desde su emancipación de la dictadura que maniató su devenir hasta los años 70. Uno se pregunta hasta dónde llegará esta comedia, que interpetan todos y cada uno de nuestros ilustres protagonistas con tan poca gracia como los pseudo-actores del youtubero - y casi críptico - "Camera PP" de los simpatizantes genoveses. O hasta dónde llegará a aguantar el estómago del que escribe y de otros que aún pensamos, en contra del sentido común, que la función del político es ineludiblemente, servir a la sociedad, todo lo contrario a lo que sucede en realidad.
Por Urbanistic Speculator
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